Hace algo más de un año, un semejante de los que ahorcaban en los árboles del gran Estado de Mississippi llegó a la Casa Blanca y no para limpiarles las botas a ningún vaquero loco.
El mundo celebró el advenimiento de Obama y como fui uno de los que se apuntó a la religión, ahora que ya ha soplado las velas de prórroga, toca pedirle cuentas al mesías.
A los racistas les deben quedar pocos argumentos (si alguna vez tuvieron alguno) porque el político negro ha resultado ser igual que el político blanco y cuando el país abrió las piernas, la metió hasta el fondo y allí dejó abandonadas las promesas de cambio.
Tal y como dijo, Obama retirará las tropas de Irak a finales de agosto, pero tal y como prometió y de momento no ha cumplido, la situación en el país lejos de mejorar, sigue chorreando sangre por la boca. Tal y como dijo, Obama le ha plantado cara a la mafia sanitaria y liberal, consiguiendo cobertura médica para 36 millones de ciudadanos que hasta entonces morían en las puertas de los hospitales, pero tal y como prometió y no ha cumplido, los 15 millones de inmigrantes que trabajan en el país sin permiso de residencia, seguirán muriendo porque la vida para ellos es demasiado cara. Tal y como dijo, Obama ha impulsado la diplomacia por encima de los balas del vaquero loco, suavizando el tono del discurso con los países árabes, pero tal y como prometió y no ha cumplido, lejos de internacionalizar el diálogo más allá de los turbantes, ha seguido disparando las balas en América Latina, implantando cinco bases militares en la frontera amiga de Colombia, rememorando así el viejo estilo de los Somoza, los Allende y los Baptista. Tal y como dijo, Obama prohibió la tortura por decreto y anunció el cierre del campo de concentración de Guantánamo, pero tal y como prometió y hasta la fecha no ha cumplido, la lucha contra el fantasma terrorista sigue amparando la violación de los derechos humanos en los vuelos de la CIA y las cárceles secretas que la agencia tiene repartidas por todo el territorio amigo. Guantánamo aún sigue operativo y su hermético funcionamiento no augura nada bueno. Obama prometió cambio y apenas ha girado un poco la cabeza. En un mundo instantáneo como este, el Presidente va perdiendo brillo al minuto que pasa y muchos son ya los que han abandonado la religión pegando un portazo.
Yo todavía seguiré aquí, esperando al prometido, sentado en la última fila más cerca de la puerta que del atar, al lado de unos viejos amargados que llevan 2012 años esperando a que aparezca el suyo.
Tal y como dijo, Obama retirará las tropas de Irak a finales de agosto, pero tal y como prometió y de momento no ha cumplido, la situación en el país lejos de mejorar, sigue chorreando sangre por la boca. Tal y como dijo, Obama le ha plantado cara a la mafia sanitaria y liberal, consiguiendo cobertura médica para 36 millones de ciudadanos que hasta entonces morían en las puertas de los hospitales, pero tal y como prometió y no ha cumplido, los 15 millones de inmigrantes que trabajan en el país sin permiso de residencia, seguirán muriendo porque la vida para ellos es demasiado cara. Tal y como dijo, Obama ha impulsado la diplomacia por encima de los balas del vaquero loco, suavizando el tono del discurso con los países árabes, pero tal y como prometió y no ha cumplido, lejos de internacionalizar el diálogo más allá de los turbantes, ha seguido disparando las balas en América Latina, implantando cinco bases militares en la frontera amiga de Colombia, rememorando así el viejo estilo de los Somoza, los Allende y los Baptista. Tal y como dijo, Obama prohibió la tortura por decreto y anunció el cierre del campo de concentración de Guantánamo, pero tal y como prometió y hasta la fecha no ha cumplido, la lucha contra el fantasma terrorista sigue amparando la violación de los derechos humanos en los vuelos de la CIA y las cárceles secretas que la agencia tiene repartidas por todo el territorio amigo. Guantánamo aún sigue operativo y su hermético funcionamiento no augura nada bueno. Obama prometió cambio y apenas ha girado un poco la cabeza. En un mundo instantáneo como este, el Presidente va perdiendo brillo al minuto que pasa y muchos son ya los que han abandonado la religión pegando un portazo.
Yo todavía seguiré aquí, esperando al prometido, sentado en la última fila más cerca de la puerta que del atar, al lado de unos viejos amargados que llevan 2012 años esperando a que aparezca el suyo.
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