01 marzo 2010

X



Hace unos días llegó a España el primer preso procedente de Guantánamo. Como siempre desde que el imperio echó a andar, el resto del mundo tiene que afanarse en limpiar lo que EE.UU se dedica a llenar de mierda, y aunque el uniforme de señorita de la limpieza irrita, el fin justifica la bajada de pantalones. Porque el fin es la libertad de un hombre que se ha pasado los últimos cuatro años en un campo de concentración por un delito del que nunca fue acusado y que además nunca cometió. Y todo ello con el silencio canalla de muchos, entre ellos el país que hoy se permite el derecho de "acogerle" con recelo. Mientras que por su seguridad, o eso dicen, no conocemos su identidad, sus verdugos pasean su obstinación por la universidad vomitando odio peineta al viento. Pero pueden estar tranquilos. La venganza era lo único que a X no le habían arrebatado a base de hostias, así que decidieron cambiárselo por algo mucho más preciado; dejar de recibirlas. La legislación que entre otras cosas permitió a Garzón amargar los últimos días de la infecta vida de Pinochet, va a ser modificada en su concepto de universalidad, para que X nunca tenga la osadía de denunciar a sus torturadores y evitar así una reprimenda parecida a la del caso de los dos soldados israelíes mata palestinos. Más que señorita de la limpieza, pornochacha.
Muy lejos queda todavía aquel idílico horizonte que Obama pintó por noviembre y aunque algunos desconfían de un imperio mentiroso por naturaleza, otros queremos ver en la excarcelación, un recuerdo de aquel paisaje primaveral que ojalá sólo sea el primer paso para el cierre definitivo de la cárcel naval de Guantánamo. Mientras tanto, X intentará rehacer su vida en un país que no le quiere, obligado a ocultar una identidad marcada por los errores de otros que le han convertido en extranjero en cualquier parte. Ojalá tenga suerte y España sea capaz de devolverle lo que un día en las Azores contribuyó a arrebatarle.

0 comentarios: