09 febrero 2010

La crisis, cuestión de eduación



La crisis es culpa de los políticos y de los constructores y también de los banqueros, registradores de la propiedad, notarios y especuladores en general que vieron dentro del ladrillo dinero fácil hasta que la casa se les vino encima. Pero como los defectos siempre vienen de espalda, el populacho se cree con el derecho soberano de rajar de toda esa panda de cabrones a la que ellos, que le piden al pintor la cuenta sin factura, por supuesto no pertenecen.
Albert Einstein decía que la crisis es el momento para las oportunidades y como el boquete se ve profundo, gastar el tiempo en reflexionar lo propio resultaría más efectivo que malgastarlo en culpar lo ajeno. Somos un pueblo apático que se conforma en avanzar por inercia, siempre al rebufo de los demás y al que poco le importa quedar penúltimo porque siempre estará Portugal. El alumno de 50 años que se conforma con un cinco como si fuera un diez y que disfruta de su capacidad de gozar en la mediocridad como el cerdo más gordo del último lodazal. La crisis es económica porque el bolsillo nos duele más que el corazón, pero la verdadera crisis es la de una identidad personal carente de valores que se refleja inevitable en una forma de trabajar que nos relega a competir en desigualdad de condiciones. Los niveles de productividad de las empresas, es decir, la diferencia entre lo que ganan y lo que gastan, no es suficiente en un mercado donde las tres cuartas partes de la población mundial trabaja en condiciones de explotación, con el consiguiente ahorro en mano de obra, y la solución, lejos de EREs y prejubilaciones a los 40, pasa por una transformación en la mentalidad de trabajo que va desde el currito hasta el jefazo, a partes iguales. Una transformación que como cualquier otra tiene que nacer en las aulas, a través de la educación en la cultura del esfuerzo que permita superar las trabas que hoy nos impiden levantar cabeza.
España tiene uno de los peores regímenes laborales de la UE, con una jornada laboral superior a la media, la mitad de salario, de días festivos y también y sin embargo, de productividad, que países como Alemania, Francia o Reino Unido y aunque el cuadro es un reflejo del fracaso de las políticas neoliberales, algún gurú de esos que no vieron la crisis ni cuando la tuvieron delante, aconseja estos días trabajar más por menos. Los demás, claro.
Desde el plan A y hasta el Plan E, todos son analgésicos de efecto limitado para un enfermo crónico que necesita de hábitos de conducta saludable que impidan futuras recaídas, más allá del efecto temporal de los calmantes. Ahora que al menos en esta materia el clima política parece propicio, un pacto nacional para la educación se hace urgente en un país con una tasa de fracaso escolar superior al 30%, una de las más altas de la UE, reflejo de 12 leyes diferentes de eduación en apenas 30 años y una política raquítica en lo económico que pese a los esfuerzos de los últimos años, continúa siendo insfuciente para educar a los jóvenes de hoy que, sin variación en el rumbo, serán previsiblemente los parados del mañana.

Foto: Universidad Contemporánea

1 comentarios:

belijerez dijo...

Me alegra leer una reflexión cuerda en tanto caos.
gracias blogero.