En estos tiempos de caos y ruido, mucho ruido, se divisa con alivio de luto, al fin, en el horizonte, la bandera negra del pirata cojo.
El Baudelaire con guitarra madrileña, que en realidad quería ser chica Almodóvar, ha vuelto de donde habita el olvido, pasados más de 19 días y 500 noches, buscando como siempre, desde la calle melancolía, la canción más hermosa del mundo. Tan joven y tan viejo, cumplidos ya los cuarenta y diez, con el aliento avinagrado y una rosa en la solapa, el hombre al que un día le robaron el mes de abril, regala ahora con pereza, tiramisú de limón, mientras sigue arrastrando su esqueleto por las entrañas de Madrid.
Pongamos que hablo de Joaquín.
Foto: joaquinsabina.net
El Baudelaire con guitarra madrileña, que en realidad quería ser chica Almodóvar, ha vuelto de donde habita el olvido, pasados más de 19 días y 500 noches, buscando como siempre, desde la calle melancolía, la canción más hermosa del mundo. Tan joven y tan viejo, cumplidos ya los cuarenta y diez, con el aliento avinagrado y una rosa en la solapa, el hombre al que un día le robaron el mes de abril, regala ahora con pereza, tiramisú de limón, mientras sigue arrastrando su esqueleto por las entrañas de Madrid.
Pongamos que hablo de Joaquín.
Foto: joaquinsabina.net
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