Anda la red muy alborotada por la amenaza de cierre que la Ministra-guionista González Sinde pretendía con las webs "perjudiciales" para el negocio del cine. La cruzada antipiratería ha despertado a un colectivo receloso desde hace tiempo, que promete ahora presentar batalla a cara de perro. Defenderse siempre es algo razonable, más aún ante la obsesión controladora del Estado y el afán recaudatorio de las sociedades de gestión de los derechos de autor, y una oposición proporcionada, dilagonte y alternativa es la mejor de las defensas. Lo que parece poco conciliador es el ataque encarnizado, aún en defensa propia, al oponente, que no es más que la otra parte de un problema, que pese a los negacionistas del P2P, existe.
Los artistas protestan por lo que consideran un expolio a su obra y a su cartera y aunque su derecho de hacerlo, legitima el derecho de otros a criticarlo, la afrenta de los músicos no justifica la respuesta desproporcionada de algunos internautas. Los más radicales del "bando" de los usuarios, los defensores del todo-free siempre que lo free no sea de ellos, han optado por una estrategia de difamación a cuchillo, contra todo aquél que se atreva a ponerle cara al otro "bando", el de los artistas. Poco importa que el discurso antipiratería de la mayoría sea una claúsula más de los contratos abusivos que firman con los grandes discográficas; cuando cambian el micrófono del escenario por el megáfono pancartero, se abre la veda y cuanto más sangre, mejor.
A Ramoncín llevan cuatro días sin pitarle los oídos, gracias a la verborrea de Rosario Flores que hace unos días en tono apocalíptico exclamó: "nos estamos muriendo de hambre", vestida de Channel y con joyas de firma. Y claro así, la llamada de socorro pierde fuelle. La hija de La Faraona se equivocó, estrepitósamente, pero el equívoco parece aún mayor y además intencionado, en los inquisidores de la red, que a modo de jueces autoimpuestos, han decidido sacar a la luz supuestos trapos sucios que a la cantante no le agradará ver publicados. Nada demostrado, pero tú mancha, que algo queda.
En nombre de mis derechos y de mi libertad, en defensa de la cultura y su libre difusión, yo, el tolerante, me cago en todos los muertos de esa pandilla de ricachones de mierda, titiriteros del gobierno.
Viñeta: Alberto Montt (En Dosis Diarias)
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