15 abril 2010

Que bueno que viniste



A 10.000 kilómetros de aquí, al otro lado del mundo, los verdugos que un día mataron en nombre de una patria secuestrada, pueden cruzarse de bruces con un destino más justo que la placided del hogar. Allá, donde conocen bien los horrores del totalitarismo, los familiares de los represaliados por Franco, incansables luchadores de la memoria, van a presentar de nuevo batalla en un país donde la justicia si está dispuesta a ser justa. En Argentina se abre una nueva esperanza para el futuro de una España incapaz de afrontar su pasado más oscuro, y a la que ahora, otros, impartiendo lecciones de democracia que ya debieran estar aprendidas, van a sacar los colores con el mundo entero como testigo. En España, cuarenta años después de la muerte de Franco, sigue vigente una ley contraria a los principios de la justicia que apelando a un supuesto bienestar general, aministió los crímenes contra la humanidad y a sus responsables, dejando sin atender el dolor de las victimas. Desde que este país presume de democracia, los familiares de los que perdieron la guerra y la vida por defenderla, han sido tachados de revenchistas en su búsqueda de consuelo, aunque la venganza nuncha haya estado entre sus motivaciones y a pesar de llevar más de cuatro décadas olvidando. Cuando las asociaciones de memoria histórica desentierran a sus muertos, son acusadas de reabrir las heridas de la guerra, a buen seguro por los que nunca han tenido herida alguna que cerrar.
En la desolación de sobrevivir en un sistema que Franco dejó atado y bien atado, cabe también la esperanza de comprobar como el brazo alzado del fascismo no puede tapar la boca a la verdad más allá del Oceáno Atlántico. Y aunque a veces la chica guapa se fue con él, Argentina, que bueno que viniste.


Foto: Darío Rivas, representante de la Asociación de la Recuperación de la Memoria Histórica junto con la presidente de las Madres de Plaza de Mayo. últimahora.com

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