31 enero 2010

El payaso lleva toga

Debió quedar contenta la señora presidenta cuando se enteró que sería ella la encargada de juzgar por enésima vez a Arnaldo Otegi. No hay mejor trampolín para la fama de mazo y toga que juzgar a un abertzale y Garzón estaría de acuerdo.
A Ángela Murillo, que así se llama su señoría, no le importa que el acusado beba "vino", a fin de cuentas ello no entiende "ni papa" y así todo queda en cocina. Lo más alarmante es que a Otegi se le juzga por unas manifestaciones que el tribunal no conoce, porque no tiene la traducción. Le acusan por tanto de un delito sin conocer el hecho delictivo. Si esto fuera un país serio, Otegi sería absuelto de forma inmediata y la jueza sancionada. Pero esto es España y aquí los payasos imparten justicia.



27 enero 2010

La generación estafada

Para los sociólogos somos una generación especialmente atractiva. Tras cuarenta años de dictadura donde el inmovilismo limitaba la evolución de las estructuras sociales, la llegada de la democracia ponía sus esperanzas en una nueva generación nacida libre de las ataduras del pensamiento único. Motivados por el complejo lógico del novato, España emprendió a toda marcha una ardua carrera con la meta puesta en los veteranos de la democracia, las grandes potencias europeas que presumían de prosperidad social. Los que tuvimos la suerte de nacer en democracia, teníamos por tanto la responsabilidad de justificar su valía y convertir a los españolitos en respetados ciudadanos europeos. Y en el empeño nos hemos dejado los codos.
Somos una generación marcada por el "estudia hijo" que nuestras madres, la mayoría amas de casa conocedoras de los inconvenientes de la abstinencia escolar, se afanaban en repetirnos una y otra vez al compás de una clase política que en los 80 ponía su empeño en modernizar un sistema educativo obsoleto. Ahora queríamos relacionarnos con nuestros vecinos, asi que el idioma de los hippies pasó a ser la lengua de Shakespeare y para las madres aprender inglés, en un elemento tan importante como el vaso de leche en el desayuno. A los 18 años terminamos el COU y llegó el momento de elegir carrera. Aunque algunos lo negarán, en aquellos años la universidad era prácticamente una obligación impuesta por unas familias donde en muchos casos el instituto había sido históricamente el techo de la estirpe. Así que fuimos a la facultad, donde ya no se estudiaba, ahora nos preparaban para el acceso a un mercado laboral que nuestros políticos, hinchados de orgullo inmobiliario, nos prometían abundante. Tras cinco años cargando libros, alguna que otra fiesta y hablando malamente inglés, encontrar un trabajo ya no era tan accesible, pero para nuestra tranquilidad y el bolsillo de nuestros papás, un master o un curso de postgrado allanaban el camino.

Hoy algunos tienen 24, otros 26 y muchos ya no cumplen los 30, pero todos tenemos en común un currículum de más de una página que sólo sirve como elemento decorativo en las oficinas del INEM. El esfuerzo de la generación más preparada se paga, en el mejor de los casos, a 1000 euros al mes y muchos nos empezamos a preguntar si poner tierra de por medio sea quizás la única solución para encontrar recompensa más justa.

18 enero 2010

Haití; ensayo sobre la ceguera



Hace seis días la naturaleza, que no entiende de clases, se alzó furiosa contra los más débiles. Y el suelo se abrió bajo los pies y de repente se hizo la oscuridad. Los cuerpos que la tierra devuelve sin vida, se amontonan en las calles junto a los heridos moribundos, que se ven obligados a compartir con la muerte sus últimos instantes de vida. Los que han logrado sobrevivir gritan y lloran, y corren de un lado a otro buscando a alguien que no encuentran. Una mano extendida, una voz que les susurre; "por aquí", pero todo es oscuridad.
El tamaño de la catástrofe de Haití ha sido proporcional a la cadena solidaria que ha unido a personas y gobiernos de toda condición, pero, y pese a lo importante de lo recaudado, el reparto de la ayuda no está llegando a sus verdaderos destinatarios. En parte porque las infraestructuras, devastadas, impiden el acceso y en parte porque las cosas de palacio, cuando no benefician a la corte, siempre van despacio. Así que a los haitianos solos les queda correr, gritar y llorar. Pero ya llevan seis días de marcha y el hambre y la sed empiezan a hacer estragos. Cuando le arrebatas a un hombre todo lo que se le supone intrínseco, le despojas también de la razón y es entonces cuando el instinto animal más básico, el de la supervivencia a toda costa, pasa a dominar el comportamiento. La poca comida que aún queda en Puerto Príncipe está siendo saqueada por una muchedumbre hambrienta, que no duda en blandir un cuchillo hasta la muerte por un trozo de pan. La ley de la selva, donde el fuerte vive a costa del débil. Decenas de personas armadas y hambrientas, apuntando a la cabeza a otras decenas de personas tan hambrientas como ellos pero que no tienen la suerte de llevar una pistola en el infierno.
Como si del ensayo de Saramago se tratara, una epidemia de ceguera se apodera de Haití y los pocos afortunados que todavía pueden ver, prefieren asesinar a los invidentes por miedo al contagio. Cuestión de supervivencia, supongo.

Foto: Fillin.com

05 enero 2010

El derecho a la vida de la iglesia católica


Foto: Público.es


Javier Martínez, Arzobispo de Granada:

"Los crímenes nazis no eran tan repugnantes como los que permite la ley del aborto. La mujer que aborta, mata a un niño indefenso y por tanto, da la licencia absoluta a los varones, sin límites, de abusar del cuerpo de la mujer".



04 enero 2010

"Cuando despierte el gigante, el mundo temblará"



China es, probablemente, el mayor exponente del triunfo de un régimen totalitario. El sistema educativo es en realidad una herramienta de adoctrinamiento de las masas en favor de los intereses del Estado -pequeña casta dominante-, por encima de los individuales, incluídos los derechos más básicos intrínsecos a las personas. El sistema es tan perfecto que ya no necesita de aulas para ser inculcado, y es que el fanatismo patriótico chino se ha convertido en una cuestión genética donde la colectividad es prácticamente un deber moral, impuesto por cada uno.
Así las cosas, el control del Estado sobre sus ciudadanos es total, también entre los emigrantes, que lejos de cautivarse por el idílico occidente, exportan unos métodos de trabajo ante los que los Estados receptores se muestran impotentes, porque la explotación voluntaria no es delito y porque enturbiar lo más mínimo las relaciones con el gigante asiático, es hoy día inviable para la economía de cualquier país.

Hace siglos, Napoleón ya advertía de la conveniencia de postergar el letargo chino lo máximo posible, y ahora que el gigante ya está despierto, aquella predicción empieza a ser una realidad tangible, en su forma más apocalíptica.
Como otros muchos sistemas totalitarios a lo largo de la historia, el chino, ha utilizado el comunismo como tapadera de las miserias propias de la opresión. China viola los derechos humanos de forma sistemática, fusilando, torturando y encarcelando a los pocos grupos opositores que se atreven a contradecir en lo más mínimo la voluntad única del partido. Y tolo lo hacen sin esconderse, de cara a la opinión pública, con el descaro del que se sabe el principal banco del mundo, que además ahora se ha apuntado al capitalismo, transformando a los antiguos enemigos en socios de privilegio, que con la boca pequeña protestan por las violaciones y con la mano abierta recogen el dinero.

Libertad para Liu Xiaobo, Hu Jia y el resto de presos políticos encarcelados en China.

Foto: Ayuda al Tibet

01 enero 2010

El discurso de un veterano de la guerra de Irak