06 octubre 2009

El espejo (borroso) de Andalucía

Una reportera de Informativos Telecinco sale a la calle para preguntarle al respetable que imagen tiene de Andalucía. Con la Cibeles de fondo un grupo de jóvenes contesta lo mismo; "catetillos, muy simpáticos, les gusta poco trabajar y están todo el día de cachondeo". A la vuelta del vídeo Piqueras sonríe, como si compartiera la opinión y anuncia la nueva estrategia de la Junta para convertir a los andaluces en ciudadanos decentes a los ojos del resto, que por lo visto ya lo son.
Paralelamente hace unos años Manolo Cháves, el por entonces sempitermo presidente andaluz, otorgó a Canal Sur el privilegio, que por aquel entonces no debía ser una obligación, de ejercer como principal estandarte del lavado de cara a la patria. Sin embargo, la salida de Juan Medio, estrella de la cadena, que parecía marcar un cambio de rumbo, lejos de ser así, coincide con la llegada a la televisión pública andaluza de María del Monte y las Tardes con María, un magazin que durante cuatro años ha liderado la sobremesa con una estrategia basada en acentuar hasta la denigración los topicazos que promueven el estereotipo del simpático, cateto, vago, andaluz.


Con la abdicación de el cabeza, el trono pasa sin preguntar a Griñán, que presionado por las asociaciones de espectadores, vuelve a prometer cambios en la tele. A los pocos meses se anuncia la cancelación del programa de Maria de Monte, foco de casi todos las críticas que llegó a ser calificado por el Consejo Audiovisual de Andalucía como un programa "vulgarizante y ramplón que deforma tanto el humor andaluz como lo andaluz, alimentando los arquetipos ridiculizantes".
Pero tras la salida de la flamenca nada más se movió e incluso regresaron viejos fantasmas. Como María sustituyó a Juan, Juan sustituyó a María. Ha vuelto Juan y Medio, con mayor contenido social pero persistente en su labor de cupido de octogenarios. También, los viernes noche sigue con los niños repelentes que preguntan a famosos como si fueran adultos. Esto aquí, triunfa. Por supuesto seguimos bailando flamenco cada hora, en verano las tortas del Grand Prix, los toros y los curas y por si todo esto ya no oliera mal, ahora el cordobés hijo (no reconocido) presenta un concurso y el cocinero de Rota apadrinado por Wyoming, se ha convertido en colaborador.
Para ser justo, la parrilla audiovisual andaluza, entre las dos cadenas, tiene suficiente potencial, calidad y sobre todo dignidad para elaborar una oferta de calidad que transmita y ensalze los aspectos positivos de nuestra tierra. La paradoja, que irrita, lleva al eterno debate que rodea a los medios de comunicación públicos. ¿Rentabilidad o calidad?, ¿vulgaridad de oro o cultura de plomo?. Si con Educación para la Ciudadanía nos esforzamos en transmitir valores básicos de convivencia a los más jóvenes, si invertimos millones de euros en educar a la sociedad en la igualdad de género, en la lucha contra el cambio climático o en alianzas de civilizaciones, ¿por qué pervertir el todavía gran canal de comunicación social con un espectáculo chavacano y denigrante, además subvencionado por todos?.

De la crítica no se libra el receptor, el otro eslabón de la cadena, habitualmente disculpado por que al fin y al cabo el cliente siempre tiene la razón o nunca tiene la culpa. A los andaluces nos gusta nuestra televisión, líder absoluto de audiencia en la región. Nos gusta el humor zafio, vulgar, la risa a boca llena, lo evidente. Un humor basada en exagerar hasta el extremo nuestro acento y por tanto nuestra identidad. Canal Sur es como poner a los andaluces delante de un espejo de aumentos, y si eso nos hace gracia, entonces, larga vida a María del Monte, que yo, apagaré la tele.

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