19 febrero 2009

Dolor 2.0



No pretende ser esto ni mucho menos un alegato en contra de las redes 2.0, de las que soy usuario activo. En estos días algún medio de "difamación" ha publicado auténticas barbaridades en torno a uno de los fenómenos sociales más importantes de los últimos tiempos y que como toda en la vida y por culpa o gracia de la mano del hombre, tiene virtudes y defectos. Paradójicamente no han dudado en nutrirse de imágenes colgadas en esas mismas redes "asesinas", para emitir públicamente el álbum fotográfico de una menor de edad, sin el consentimiento de los padres, en un circo mediático de buitres que se reparten los restos de una niña muerta. En ocasiones con los familiares allí presentes, víctimas inocentes de un mercadeo deleznable, retransmitido en vivo y en directo para todo el país.

El dolor y la rabia por la hasta hoy desaparación (y presumible asesinato) de Marta del Castillo, no solo se ha notado en Sevilla, su ciudad natal, donde centenares de persona han mostrado públicamente apoyo a la familia y oido eterno al presunto asesino confeso. Algunos, tras una pancarta, acompañando directamente a los que lloran por la desaparición de un ser querido, y otros al otro lado, con más rabia que dolor, quizás haciendo el trabajo sucio, en la puerta de los juzgados, lapidando a insultos al presunto, en un acto tan irracional como justificable. Unos necesitan gritar y otros necesitan llorar.

Hoy en día internet es un elemento imprescindible en la vida de buena parte de la población mundial y su influencia es más intensiva a medida que desciende el rango de edad de los usuarios, así que era de imaginar que en el caso de Marta del Castillo, una adolescente de tan sólo 17 años, el revuelo digital iba a ser incluso mayor que el terrenal.
En Tuenti, una especie de versión española de FaceBook, solo en los últimos cinco días se han creado más de un centenar de perfiles relacionados con el tema, donde cualquiera con tres minutosde tiempo para registrarse, puede repasar la vida fotográfica de la joven. "Andalucía con Marta del Castillo", "Valencia con Marta del Castillo" o "Yo tambien soy Marta del Castillo". Los visitantes, el lenguaje sms en la mayoría de los casos, dejan patente su dolor; "te queremos Marta", y su odio; "muerte a los asesinos". Todo es necesario para el desahogo, aunque la angustia de la mayoría sea de índole televisiva.

Junto a las fotografías reales de la chica, abundan los fotomontajes de dudoso gusto, la mayoría de tintes religiosos y espirituales, acompañados de mensajes de ultratumba, dirigidos directamente a la chica, como si algunos creyeran que internet también ha llegado al más allá.
Del cielo al infierno, la red también se acuerda del presunto ejecutor y sus presuntos cómplices, aunque en menor medida. "Desahogaros aquí España", o "En la cárcel, por cabrón", son dos mensajes de bienvenida de dos de los hasta cinco perfiles creados en los últimos días con el nombre de Miguel C.D, el presunto. Mensajes de odio adolescente y deseos por ver arder en todos los infiernos a los tres implicados. Aunque uno de ellos es menor de edad, sus caras no han sido retocadas en las fotografías, incumpliendo así la ley, aunque Tuenti en primera instancia no parezca tener responsabilidad jurídica punible. A pesar de ser el soporte digital que alberga las imágenes y pese a que a esta hora aún no han cumplido con el requisito de la fiscalía, que le insta a eliminar los perfiles de todos los implicados en el caso, el portal parece querer descargar la responsabilidad en los usuarios autores de la exhibición. Olvidan que a todo los efectos internet es un medio de comunicación de masas, y las redes sociales no son una excepción. Para defenderse argumentan su privacidad de acceso que sin embargo solo se limita a un sencillo cuestionario sin ningún control, al alcance de cualquier ente racional. Además, parecen también olvidar la violación de esas mismas normas de acceso. El artículo 3 dice:

"RESPONSABILIDAD DEL USUARIO POR EL ACCESO Y USO DE LOS CONTENIDOS. El usuario garantiza que es mayor de 14 años y será enteramente responsable de esta declaración y del acceso y correcto uso del Sitio Web con sujeción a estas condiciones y la legalidad vigente, sea nacional o internacional, así como a los principios de buena fe, a la moral y al orden público, y con el compromiso de observar diligentemente cualquier instrucción adicional que, en relación con dicho uso y acceso, pudiera serle impartida por TUENTI."

La parrafada, que protege jurídicamente al portal, es incumplida constantemente. Abundan los perfiles activos de niños menores de los 14 años estipulados por el reglamento. No es de extrañar, porque rebasar las normas es fácil, basta simplemente con atrasar la fecha real de nacimiento. Cuando no hay control, la verdad no es necesaria.

La responsabilidad moral, que no judicial de Tuenti, parece clara y por tanto las administraciones deben exigir una rectificación, que debería ser aceptada sin contrapartidas. Una rectificación extensible a todas las redes sociales, obligadas a velar por el cumplimiento de las normas de seguridad que se afanan en redactar y publicar con todo tipo de tecnicismo jurídicos, para finalmente no velar por su cumplimiento. No se puede pretender delegar responsabilidades propias y adultas en chavales suprahormonados que no distinguen el culo de la cabeza. Por mucha norma que lo diga.

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